domingo, 1 de diciembre de 2013

Un paseo por las nubes

Ya pasaron unas semanas de mi esplendida visita a la Alpujarra Granadina con mis compañeros y profesores del Ciclo de Gestión  Forestal y Medio Natural del Aljanadic de Posadas pero aún quedan los ecos de unas jornadas épicas y heroicas llenas de desniveles, niebla, brumas y árboles. Comenzamos nuestra ruta en Soportujar  subiendo hasta la acequia que nos lleva hasta Puente Palo. Transitar por esta acequia y pensar en el trabajo que se dieron los trabajadores que la construyeron nos hace recordar que todo nuestro esfuerzo es nada comparado con el de otros que tuvieron que abrir camino en la piedra viva.
Los experimentos de repoblación con especies de interés forestal nos salen al paso y esta primera etapa se convierten en una evidencia abierta y clara de que allí se experimentó y probó con un buen número de especies para ver si podían constituir un tipo de aprovechamiento forestal viable. Varias especies de Pinaceas y de Cupresus se  nos aparecen y nosotros afamados alumnos enfrascados en nuestra labor de confeccionar nuestro herbario fotográfico tomamos prueba gráfica de su presencia, así mismo encontramos fagaceas y Juglandaceas representadas en Castaños y Nogales.


Los tonos ocráceos del otoño empiezan a aparecer en las primeras laderas y dan noticia de la existencia de los robustos robles y cerezos entremetidos en la masa siempre verde de pinos, enebros y sabinas.

Los pinos también son prueba de los intentos de rentabilizar el monte y aparecen una gran cantidad de Pinus pinaster y algún que otro pinus nigra, los Pinus Sylvestris nos esperan algo mas arriba.




Nuestros pasos llegan hasta una construcción que en aquellos lugres me parece algo portentoso pese que ciertamente en otro lugar no lo sería. Nos topamos con una presa sobre el río Chico de unos 30 metros de altura que canaliza y amansa las aguas de este río serrano para encauzarlas hacia la acequia que  conduce el agua hasta las terraza  de las huertas del vecino Soportujar.

A partir de ahí nos espera un largo camino en subida ya sin descanso hasta el área recreativa de Puente Palo y en el que podemos ir observando la alternancia de especies conforme la altitud aumenta. Pasamos de timidas encinas en los primeros metros que son sustituidas por Robles melojos cuando la  altitud hasta acercarnos a los 1800 m con los pinos nos ocurre lo mismo en las primeras estaciones encontramos pinaster y por encima de los 1400 ya se van observando mayor número de sylvestris que toman el lugar de los pinaster y los laricios.

Otros árboles que nos encontramos son Alisos y Arces que se encuentran en zonas de mayor humedad como los frecuentes arroyos de la zona.





Llegados a Puente Palo la niebla nos alcanza y ya será nuestra compañía hasta el Cerro dela Matanza donde empezamos a descender.

Tras el Almuerzo buscamos la compañía de acequia para transitar por ella hasta la loma donde se encuentra la torre de vigilancia donde está el punto final de nuestra ruta y el comienzo del descenso hasta el bus.


Nuestro paseo por las nubes se hace una realidad y transitamos entre nieblas por un rebollar centenario que bien podría haber existido en tiempos nazaríes. el camino toma tintes románticos e históricos y podemos imaginar multitud de escenas ambientadas en aquellos años en los que la granada nazarí vivió su autentico explendor.


Llegados a la Matanza solo nos quedaba bajar y bajar hasta llegar al fin del camino y descansar disfrutando del encanto de los pueblos alpujarreños quedando en el recuerdo el esfuerzo y en nuestra satisfacción el haber podido transitar por aquellas tierras de Pinos, Robles, encinas y llanos repletos de plantas aromáticas que nos embriagaban con su olor a ajedrea, tomillo y orégano pese a la humedad de aquellas tierras.

Como despedida el ladrido de un zorro nos lanzó la advertencia de que nuestros camino era un transito sin vuelta atrás y perdimos nuestros pasos por los senderos de la paz del monasterio budista de Soportujar entre lamas y montañas.



















Historia de un Papialbo

Quién me iba a decir que me encontraría a un tipo de los Balcanes por el entorno de Medina Azahara. Pues si, lo mismo no es raro, por allí ...